viernes, 29 de julio de 2011

Yo.

él está sentado, mirándome, mientras yo le hablo de literatura.
le leo un párrafo del libro que estoy leyendo de clarice lispector y le digo: a veces, cuando leo, siento que las palabras desbordan de mi cuerpo. que soy toda piel y letras, y que en ese momento, nada existe. siquiera yo existo. solo esas letras que no dejan de circular adentro mío, como derramándose desde otra dimensión, en mí.
y no se lo digo, pero en ese instante pienso que cuando lo leo a él, siento que micropartículas suyas me estallan adentro, y lo retengo en ese espacio cerrado que a veces soy y que él conoce bien, aun cuando pareciera que no me callo nunca.
entonces se acerca más a mí, y me besa.
y yo no estoy segura si quiero que me bese, porque en realidad, lo que quiero decirle, es que no se vaya nunca. que se quede siempre conmigo, en mí.
en mí, sí, pero también conmigo.
y sin embargo eso tampoco se lo digo. no me sale enunciar ese sentimiento.
como si mis propias palabras hiciesen todo lo contrario a las palabras de otros: las mías propias no desbordan, sino que se me quedan pegadas del lado de adentro de la piel...
entonces, con ternura, también lo beso, sosteniendo su cara entre mis manos.




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